Durante los últimos años de carrera, me sentía perdida, sin rumbo. Hacía prácticas en empresas, intentaba encajar en lo que hacían los demás, en lo que se esperaba de mí al terminar los estudios y empezar en el mundo laboral. Pero yo no sentía ilusión. No sentía ganas por esa vida.
Sentía que no encajaba donde estaba, y lo que más claro tenía era que no quería obligarme a encajar a la fuerza en un lugar o en un puesto que no sentía para mí.
Con el tiempo entendí que ese vacío no venía de fuera, sino de dentro: no me conocía. No sabía quién era yo.
Y ahí empezó mi camino de autoconocimiento y desarrollo personal.
Parar para empezar de nuevo
Tomarme unos meses para parar fue una de las decisiones más importantes de mi vida. No fue fácil, sobre todo cuando no sabes ni qué quieres, ni hacia dónde vas. Pero ese tiempo me ayudó a empezar a ver con más claridad.
Al principio, solo veía lo que no quería. Poco a poco, también me fui dando cuenta de lo que me alejaba de mí misma. No hubo un momento clave, ni un “click” mágico. Fue un proceso lento, íntimo y necesario.
Ahí empecé a comprender lo esencial: las respuestas no están fuera, sino dentro de mí. Y que para encontrarlas, tenía que hacerme una prioridad. Tenía que conocerme a mí misma.

De niña quería ser feliz
Cuando era pequeña y me preguntaban qué quería ser de mayor, yo decía: “quiero ser feliz”.
Hoy, después de muchas vueltas, entiendo que la felicidad nace del autoconocimiento. De saber quién soy, qué necesito para estar bien, qué me hace vibrar bonito, y actuar en línea a mis valores.
Ese camino empezó cuando me atreví a pasar más tiempo sola, a reflexionar, a darme cuenta de que cada persona es diferente. Y que lo que le funciona a alguien, a mí puede no hacerme bien. Conocerte a ti mismo es darte ese permiso para descubrir lo que realmente necesitas tú.
De vivir por objetivos a vivir con sentido
Antes vivía con la mirada puesta en metas: aprobar exámenes, sacarme la carrera, conseguir un trabajo. Pero cada vez que alcanzaba un objetivo, la sensación era la misma: vacío.
No me sentía mejor. De hecho, a veces me sentía peor.
Ahora sé por qué: estaba buscando fuera lo que solo podía encontrar dentro de mí. Ningún título ni logro externo podía llenar la desconexión que sentía conmigo.
Todo cambió cuando entendí que lo importante no es solo lo que haces, sino desde dónde lo haces. Si lo haces desde tu verdad, desde tu interior, desde el autoconocimiento, ese resultado tiene otro significado. Te trae paz.
Este proceso es la base de todo mi desarrollo personal.
Silenciar el ruido externo para escucharte
Creciendo, acumulamos capas: exigencias, expectativas, deberes, miedos. Todo eso nos aleja de lo que de verdad somos.
Por eso es tan necesario parar, mirar hacia dentro, conocerte a ti mismo y volver a conectar contigo. Porque solo así podemos empezar a construir una vida auténtica, que nos refleje de verdad.
Carl Jung lo decía muy claro:
“Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta.”
Y conocerte a ti mismo es el primer paso para despertar.
El autoconocimiento como camino
Hoy no tengo todas las respuestas. Pero tengo algo mucho más valioso: paz y claridad. Y para mí, eso es la felicidad.
No como meta, sino como estado interno, como resultado de haber empezado a vivir desde el autoconocimiento.
Si hoy te sientes perdida, vacía o desconectada… quizá lo que te falta no está fuera.
Quizá lo que necesitas es conocerte a ti misma.
Y desde ahí, desde ti, empezar a construir una vida que te haga sentir bien de verdad a través del desarrollo personal.
Gracias por compartir este rarito conmigo.
Te dejo por aquí el enlace a mis recursos gratuitos: https://webs-crecedesdedentro.obdyzx.easypanel.host/
Un abrazo